NOVELAS

ORO BRUJO

Si esta pregunta te la hacés antes de leer la primera página, te respondo con firmeza es un viaje, che. Pero abrí bien los ojos porque, vos como yo, tenés tres.

María del Carmen López

Oro Brujo es ópera prima de Diacovich en la que aparece amando la ficción en su irresponsabilidad y en su comedia, en su vulgaridad y en su divina independencia, un verdadero inicio en el oficio de la escritura. Esta es la obra de un observador social (que ahora, en otra disciplina no la plástica que esgrime de base) palpa y problematiza las dimensiones del misterio. Aparecidos uno tras otro, los relatos de Oro Brujo abrevan el
deambular incesante de Ámbaro, su personaje que recorre el mundo a través de los ojos de la literatura. Circula con un mecanismo de captura de las sensibilidades de todo espacio de convivencia en soledad que transita, capturando intrigas que no piden la complacencia del entendimiento.

María Paula Alzugaray

“La alta vibración rompió la barrera necesaria y lo ‘necesario’ se despegó de la carne, subió y giró lentamente. Luego de estabilizarse unos momentos consiguió la verticalidad con la misma suavidad con la que subió y giró. Apenas cruzada la cortina plástica blanca y amarilla que circunda su cama, se detuvo. El inorgánico personificado estaba esperándolo tras el velo, lo ‘necesario’ acomodó un poco la camisa del inorgánico, especialmente en la parte del cuello y lo cacheteó con sutileza como indicándole que estaba listo. La respuesta no se hizo esperar, pero no fue nada sutil. La noche siguiente ni bien entrado en ensueño, el inorgánico descargó un golpe energético a la altura del corazón del recostado, lo ‘necesario’ ahora late extraído a la vigilia. Quizás no supieron comunicarse, en ambos casos lo hicieron”.

ALITA
LA REINA DE ZONA SUR

¿La verdad?

Rara vez el lugar de origen se identifica tanto con una persona. Ni la sangre a veces nos educa, nos marca o nos destruye tanto como lo hace el lugar del que somos: el barrio. Porque uno se hace. No nace. Y bien que lo sabés. Pero repito: contados con los dedos de una mano… Y eso que hice memoria.

La novela transcurre por la zona sur de Rosario. Territorio de doble filo de uno de los bordes de la ciudad donde se dan cita víctimas y/o victimarios bajo códigos y leyes impuestos por una protagonista temeraria, ambiciosa, bella, casi demoníaca, dispuesta a todo para llegar a la cima. Único lugar posible desde dónde reinar al margen de la ley. Cuyo resultado final es, lógicamente, teñir las calles de sangre enemiga y no hay refugio donde esconderse ni rezo que alcance si te confunde con una presa.

Personaje con un versus interior como pocos. Es todo eso que se te cruza por la cabeza y más también.

Con pinceladas a todo volumen, Lázaro Diacovich, retrata el mundo de los que pasan de largo, de los que para seguir con vida tuvieron que quitársela a otro, de los que deambulan… vaya uno a saber por dónde y de los que viven con la incomodidad de ser.

La historia se huele, se escucha, te hace frente y no te deja parpadear.

Álvaro Praino